PSICOTERAPIA INFANTIL Y DE GRUPOS




Nombre: Diana Elva Maldonado Alarcón
Matricula: 85796
Grupo: LP06
Materia: Psicoterapia Infantil y de Grupos
Docente: Mtra. Gricelda López Pérez
Actividad 3.- Compartiendo el caso mas interesante

Trastorno de Ansiedad

Se describe el caso de una niña 3 años de edad adoptada en Nepal que presenta ansiedad de separación, problemas de conducta y de vinculación, especialmente durante el último año. 

Estas dificultades interfieren negativamente en la dinámica familiar. 

Se realiza un diagnostico de las dificultades de la niña por medio de una entrevista clínica, instrumentos de observación de la conducta y pruebas estandarizadas. 

Con los padres se utilizaron instrumentos de observación en sesión y registros conductuales en relación a sus respuestas ante las conductas problemáticas de la niña. 

Se llevó a cabo una intervención basada en el entrenamiento cognitivo conductual de los padres con la niña, con técnicas operantes y desde una perspectiva del desarrollo emocional y del establecimiento de vínculo. 

Se describe la evolución del problema y el seguimiento del caso.

Identificación del paciente

María (M) es una niña de 3 años de edad adoptada en Nepal y llega a España a la edad de 11 meses. 

Tiene un hermano, también adoptado, de 6 años y ambos padres de 40 años. 

El nivel sociocultural de la familia es medio-alto y los padres muestran una relación positiva entre ellos, siendo una familia bien organizada y unida.

Motivo de consulta

Los padres acuden a consulta derivados por su pediatra por los problemas de ansiedad de separación y de conducta especialmente durante el último año 

Estas dificultades interfieren negativamente en la dinámica familiar, asimismo presenta problemas de lenguaje.

Historia del problema

Al mes de nacer M. ingresa en una institución donde convivía junto con otros 30 niños. 

A los 9 meses, estuvo con una familia de acogida hasta el momento de la adopción. 

Los padres indican que no parecía haber establecido vínculo con una figura de referencia, ni en el orfanato ni con la familia de acogida. 

Al llegar a España, la exploración médica realizada refleja un buen estado de salud. 

No ha sufrido enfermedades relevantes.

En los hitos evolutivos, el desarrollo motor fue lento, anduvo a los 18 meses, actualmente, es ágil tanto en la motricidad fina como en la gruesa. 

Respecto a los hábitos de autonomía, fueron adquiridos con normalidad (esfínteres, alimentación, sueño y vestido). 

En el área de la comunicación y el lenguaje, en el momento de la adopción los padres no apreciaban problemas en la comprensión y, a nivel expresivo, producía vocalizaciones y su evolución fue lenta. 

Actualmente continúa con retraso y recibe estimulación en su centro escolar.

A lo largo del proceso de adaptación a la familia presentó problemas de conducta, y actualmente, continúa manifestándolos, aunque en menor medida: es retadora, se frustra con facilidad y utiliza el silencio como forma de llamar la atención. 

A nivel social, la describen como una niña tímida, retraída, miedosa, meticulosa y ordenada.

Los cambios le cuestan, mostrándose poco flexible. 

Además, informan de la dificultad para separarse de la madre limitando la vida social de la niña y de la familia. 

Ante estas situaciones la madre se angustia y la atiende y coge en brazos porque atribuye que su hija "se siente poco querida" tiene "falta de afecto" y "tiene miedo de que la abandonen".

Fue escolarizada en guardería a los 17 meses con problemas de adaptación, estableciendo con su profesora un vínculo especial, no separándose de ella mientras permanecía en la escuela. 

Con el inicio de Educación Infantil también, a los 2 años, también tardó en adaptarse, llorando de forma persistente durante los dos primeros meses. 

Se mostraba inhibida y rehusaba hablar con los profesores y los niños. 

Los profesores también atribuían que estos comportamientos eran debidos a "la necesidad de afecto de la niña".

Evaluación

La valoración se lleva a cabo tanto con los padres como con la niña. 

El análisis de las características familiares (ansiedad, manejo del estrés, estilo educativo, atribuciones y expectativas parentales, etc.) permite establecer un tratamiento ajustado e individualizado a la familia y descartar otras patologías que puedan acentuar el problema inicial o interferir en el tratamiento.

Asimismo se evalúo a la niña; se recogieron datos sobre las respuestas de ansiedad, su conducta, así como su nivel de desarrollo general (cognitivo, lenguaje y comunicación, motricidad, percepción), con el fin de establecer una línea base del problema.

Los padres cumplimentaron cuestionarios y registros sobre la conducta y los problemas de ansiedad que su hija manifestaba ante la separación de la madre. También, se contactó con el colegio para obtener información.

En las sesiones de evaluación estuvo presente la madre M. habló escasamente, se mostró inhibida y poco colaboradora. No mostró interés por explorar el ambiente ni por los juegos presentados. Sin embargo, su colaboración fue mejorando a lo largo de los 3 días de evaluación, siendo capaz de ejecutar las tareas, aunque solicitando siempre el contacto físico de su madre.

Los resultados de la evaluación indicaron que el desarrollo cognitivo general de la niña era medio, correspondiente a 3,0 años de edad. 

Sin embargo, se situaba por debajo de los 2, 6 años en las tareas donde se exigía lenguaje oral en las que mostró escasa colaboración (Escala Verbal y de Memoria).

Respecto al lenguaje y comunicación se evalúo el desarrollo en los aspectos formales (organización sintáctica, vocabulario y pronunciación) y pragmáticos, con el fin de distinguir los problemas lingüísticos de los socio-emocionales. Se utilizaron pruebas de comprensión del lenguaje, 

Registro Fonológico y Muestras de Lenguaje Espontáneo durante el juego con la madre, en sesión y en casa. 

Para la información del colegio se utilizó un Cuestionario de Comunicación.  

Los resultados indicaron un nivel de comprensión lingüístico correspondiente a su edad y en el lenguaje expresivo un retraso de un año, tanto en los aspectos morfo-sintácticos como fonético-fonológicos. 

En los aspectos pragmáticos aparecía un bajo nivel de toma de iniciativas y evitaba hablar con la terapeuta y los padres en la sesión. 

No obstante, en la interacción con los padres, en el contexto familiar, su comunicación era mayor. 

A nivel escolar la profesora informaba de expresión espontánea tanto con los adultos como con otros niños, aunque contestaba lacónicamente.

Para valorar la ansiedad, se utilizó el Cuestionario de Ansiedad por Separación en la Infancia  para cada progenitor, que evalúa la ansiedad por separación de 3 a 5 años en tres sub-escalas: 1 ante la pérdida o daño de un ser querido, 2 relacionada con dormir  y 3 ante acontecimientos cotidianos. Todas las puntuaciones se encontraban significativamente por encima de la media.


Los registros indicaban que las situaciones que generaban ansiedad en la niña estaban relacionadas con la ausencia de la madre, ir al colegio, quedarse con el padre en casa, ir a casa de sus abuelos y quedarse sola jugando con otros niños en fiestas familiares o de amigos, incluso estando la madre presente. 

Los comportamientos de la niña eran sistemáticos y similares en todas las situaciones, como llorar, no hablar, buscar contacto físico, no separarse, aunque variaban en intensidad, frecuencia y duración en función de la familiaridad del contexto.

Ante estas situaciones la madre registraba el grado de preocupación o ansiedad que percibía por la conducta de su hija, reflejando una puntuación media de 8, en una escala de 0 a 10. 

La madre relacionaba sus altos niveles de ansiedad con su falta de recursos para controlar estas conductas, con su propia preocupación por no poder generar estrategias de afrontamiento a su hija, así como por la atribución de la carencia de afecto sufrido por la niña en el pasado.

En la historia clínica los padres describieron a la niña conductualmente, como inhibida, tímida y precavida ante situaciones nuevas, especialmente en contextos desconocidos, respondiendo con evitación social y emocional. 

Estas manifestaciones cuando se han producido a lo largo del desarrollo de manera recurrente se definen como temperamento inhibido.

Diagnostico

En conclusión, la niña presenta un Trastorno de Ansiedad por Separación según el DSM-IV-Tr (APA, 2002). 

Paralelamente, las características temperamentales (baja tolerancia a la frustración, ansiedad, inhibición) y el estilo parental inconsistente han influido de forma negativa en el mantenimiento de las conductas problema de la niña y en un proceso inadecuado de formación del vínculo.

Tratamiento

La intervención para disminuir la ansiedad por separación, los problemas de conducta y favorecer el establecimiento del vínculo se llevó a cabo con terapia cognitivo conductual, fundamentalmente con los padres, en un modelo basado en el entrenamiento de los padres con la niña, con técnicas operantes, y desde la perspectiva del desarrollo y de la vinculación.

Técnicas operantes

Se enseñó a los padres a reforzar positivamente las conductas adecuadas de la niña con los reforzadores específicos. Asimismo, ante el comportamiento inadecuado se les indicó cómo seleccionar otra conducta apropiada incompatible.

Igualmente se les mostró el uso de la extinción para disminuir o eliminar las conductas inadecuadas, indicando cuándo utilizarla.

También se les hizo reflexionar sobre la necesidad de poner límites a la niña, ya que de esa forma tendría claro qué podía hacer en cada situación. Se dieron pautas por escrito:

- Ser firmes: mostrarse cariñosos pero firmes es la forma de decirle que deje de realizar ese comportamiento inadecuado.

- Poner normas claras para que la niña comprenda qué es lo que se espera de ella.

- Formular las pautas de manera positiva, es decir, informar sobre lo que se puede hacer y no sobre lo que no se puede realizar.

- Ser consistentes. Los límites deben cumplirse siempre que las circunstancias sean las mismas.

- Explicar de forma breve y ajustada a su edad el porqué de las normas.

- Al castigar una conducta desaprobar el comportamiento y no a la niña.

 Conclusiones y control de evolución

Desde el tercer mes de tratamiento, los padres reconocieron como las orientaciones y pautas habían mejorado la percepción de la dificultad de la niña, que disminuyó progresivamente de una media de 8 hasta alcanzar una media de 2 (en la escala de 0 a 10). 

Esta reducción les permitió controlar su preocupación e inseguridad ante los comportamientos de su hija. La frecuencia de las conductas de ansiedad e inhibición de la niña disminuyeron quedando recogidas en los registros.

La colaboración de los padres fue constante. Aprendieron a usar de forma adecuada tanto el refuerzo como la extinción, así como las pautas de conducta que se les iban dando durante las distintas sesiones. 

El uso de los registros de conducta les sirvió para comprender qué determinados comportamientos de la niña estaban relacionados con sus reacciones y también para observar qué el cambio en su forma de actuar favorecía la aparición de conductas nuevas y ajustadas en la niña.

Paralelamente los padres fueron cambiando gradualmente su forma de reaccionar sobre protectora y el grado de autonomía de la menor mejoró siendo más independiente. 

La conducta de la niña fue variando, mostrándose más comunicativa y consiguiendo ampliar los tiempos de separación tanto en el contexto familiar como en otras situaciones sociales.

 Seguimiento

A los 6 meses de tratamiento se realizó una nueva valoración, con el Cuestionario de Ansiedad por Separación en la Infancia y mostró una mejoría en las tres sub-escalas con respecto a la evaluación inicial: 1) ante la pérdida o daño de un ser querido, 2) relacionada con dormir  y 3) ante acontecimientos cotidianos.

A partir de este momento, se inició otra fase de tratamiento, donde se plantearían otras jerarquías de situaciones de ansiedad con el fin de continuar favoreciendo el desarrollo social de la niña es otros contextos poco familiares.

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